En los últimos años, España ha experimentado una revolución silenciosa, pero profunda, en la forma en que sus ciudadanos gestionan el dinero y los servicios bancarios. La digitalización del sector financiero ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad consolidada.
Y los datos hablan por sí solos. Actualmente, más del 71% de la población española utiliza la banca digital de forma habitual, superando la media de la Unión Europea (63,87%) y situando al país entre los más avanzados del sur de Europa.
Un cambio de hábito acelerado
Con la llegada de la pandemia de la Covid-19, muchos españoles se vieron obligados a probar por primera vez los servicios digitales para gestionar sus finanzas.
El resultado fue una adopción masiva: el uso de la banca online ha aumentado un 30% desde 2020, alcanzando alrededor del 70% de la población, según el informe “La digitalización como eje de transformación bancaria” del Observatorio de la Digitalización Financiera (ODF) Funcas-KPMG.
Hoy, seis de cada diez españoles han sustituido casi por completo la atención presencial por plataformas digitales. Y la tendencia no muestra signos de retroceso. Las previsiones apuntan a que, para 2027, el 87,4% de los ciudadanos estarán conectados digitalmente con sus bancos, lo que supone un aumento estimado de seis millones de nuevos usuarios.
Además del uso cotidiano, los españoles también se sienten cada vez más cómodos contratando productos financieros de forma completamente digital. La mitad de estas operaciones ya se realizan online en los principales bancos del país, y algunas entidades más avanzadas superaron el 70%.
Se estima que, en un plazo de cinco años, el 75% de las contrataciones se harán de forma digital, es decir, tres de cada cuatro operaciones se realizarán sin necesidad de acudir a una sucursal.
Nuevos formatos de pago y ¿el fin del dinero en efectivo?
El auge de la banca digital también ha impulsado grandes cambios en los métodos de pago. Las carteras digitales ya representan el 30% de las transacciones en el comercio electrónico, y el número de operaciones de pago digital se ha duplicado en los últimos tres años.
Aunque el dinero en efectivo sigue siendo predominante (65% de las transacciones), el avance de los pagos digitales es innegable. Entre las novedades que están ganando terreno destaca el modelo Buy Now, Pay Later (BNPL), que podría crecer un 157% de aquí a 2027. Actualmente, el 15% de los compradores españoles ya utiliza esta modalidad, especialmente en compras de mayor importe.
Otro caso de éxito es Bizum, que ya cuenta con más de 22 millones de usuarios y registró más de 800 millones de operaciones en 2024, con un volumen total superior a los 40.000 millones de euros. Mientras tanto, los llamados neobancos, entidades completamente digitales, continúan ganando cuota de mercado.
En apenas tres años, estas plataformas ya han alcanzado el 30% del mercado. Su éxito se debe, en gran parte, a una experiencia digital superior y a la agilidad de sus servicios. Para mantener esta ventaja, deberán ampliar su oferta y demostrar que pueden generar beneficios sostenibles a largo plazo.
Inclusión digital y confianza tecnológica
A pesar de todos estos avances, la transformación digital sigue enfrentándose a barreras importantes. Una de las más preocupantes es la brecha digital, especialmente en zonas rurales y entre la población de mayor edad. Para muchas personas, el acceso a dispositivos modernos, una conexión estable a internet o simplemente la confianza en el uso de la tecnología sigue siendo limitado.
Por ello, tanto los bancos como las administraciones públicas están invirtiendo en proyectos de educación digital e inclusión tecnológica. La atención presencial continúa ofreciéndose como alternativa, y se están desarrollando nuevas estrategias para hacer las plataformas más intuitivas y accesibles a todo tipo de clientes.
Facilitar tareas financieras básicas y mantener canales físicos como opción son medidas clave para asegurar que nadie quede al margen de esta transformación. Además, la digitalización también conlleva nuevos riesgos. La ciberseguridad y la protección de los datos personales se han convertido en prioridades absolutas.
Las entidades bancarias españolas están reforzando sus sistemas mediante cifrado, autenticación biométrica y vigilancia continua para prevenir fraudes y proteger a sus clientes. Al mismo tiempo, la necesidad de una regulación ágil y eficaz es cada vez más evidente.
Los organismos reguladores deben seguir el ritmo de la innovación para garantizar la protección del consumidor sin frenar el progreso tecnológico. Según el informe Funcas-KPMG, el 67% de las entidades financieras planean invertir directamente en innovación y adopción de nuevas herramientas digitales.
Conclusión: Un futuro más digital y accesible
La digitalización de la banca en España no es solo una tendencia. Es, sin duda, una transformación estructural que está redefiniendo la relación de la ciudadanía con el dinero.
Con nuevos servicios, tecnologías emergentes, mayor inclusión y un enfoque claro en la experiencia del cliente, el sector financiero español está construyendo un ecosistema más moderno, seguro y eficiente.
Si logra mantener este ritmo e invertir de forma continua en inclusión, seguridad e innovación, España tiene potencial para convertirse en un referente global en servicios financieros digitales. Lo esencial es garantizar que esta transición se realice de forma accesible para todas las personas.